El concejal de Coalición Canaria (CC) en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, David Suárez, ha recordado este martes a Carolina Darias, alcaldesa de la capital grancanaria, que la paciencia de los vecinos de La Isleta “tiene un límite”, tras el cierre ayer de la calle Gran Canaria con motivo de las obras del tramo VIII de la Metroguagua.
“Primero se eliminó la salida a través de Doctor José Guerra Navarro, ahora se elimina la salida por la calle Gran Canaria, se limita la circulación de entrada por Eduardo Benot y al final solo quedan Belén María y Juan Rejón como entradas y salidas de un barrio donde viven 25.000 personas, pero que no olvidemos, acoge a muchas más por su cercanía a la playa y la gran cantidad de comercios y locales de hostelería”, explica Suárez.
Para el edil de CC “ninguna de las acciones que el Ayuntamiento ejecuta en el istmo viene avalada por un plan de movilidad”, lo que está generando “un fuerte rechazo” entre todos los vecinos y ciudadanos que acuden a esta zona de la capital. “Leer hoy en un periódico el testimonio de un vecino de Miller Bajo que trabaja en La Isleta y que tarda una hora en llegar a casa es para hacérselo mirar”, asevera el portavoz nacionalista en la capital.
La formación nacionalista recuerda a Darias que hace casi cinco meses que los vecinos, liderados por Foro por La Isleta, se han manifestado en contra del cambio de sentido de la calle Doctor José Guerra Navarro, la última vez la pasada semana “¿Qué más tienen que hacer y decir para que alguien les haga caso y tengan en cuenta el estropicio en materia de movilidad que se está haciendo a esta zona?”, se pregunta Suárez.
En 2014 el Ayuntamiento capitalino, consciente de las particularidades de La Isleta, conectada al resto de la isla por un istmo estrecho, habilitó una salida a través de la calle López Socas, en uno de los laterales del Mercado del Puerto. “Lo que pedimos ahora es una reunión entre Tráfico, Policía y los responsables del tramo VIII de la Metroguagua para que se habiliten nuevas salidas para los conductores.
“Si para esas nuevas salidas se deben cambiar sentidos de calles, generar nuevos recorridos o modificar la configuración actual de las calles, que se haga. Pero no podemos limitarnos a asfixiar a todo un barrio y a sus vecinos. Porque la consecuencia es la que ya tenemos sobre la mesa, que no es otra que un hartazgo total y absoluto”, concluye Suárez.