San Lorenzo despidió el año pasado unas fiestas declaradas de interés turístico regional con la espinita de no haber podido celebrar su noche de fuegos. El espectáculo pirotécnico que convierte a este pueblo de Las Palmas de Gran Canaria en punto de encuentro obligado en la madrugada del 9 al 10 de agosto, día de la festividad del santo patrón.
La alerta por riego de incendios forestales activada desde el Gobierno de Canarias, debido a la altas temperaturas reinantes, frustraron el sueño de unos residentes que hasta ultima hora esperaron un milagro que finalmente no se dio.
Por eso la edición de este 2024 era el momento de resarcirse. «Ya era hora porque la gente lleva todo el año con esa espinita y tiene muchas ganas», confirmaba en la mañana de este viernes Jose García, presidente de la comisión de fiestas, junto al escenario que la madrugada del jueves fue objeto de un incendio provocado que por fortuna solo afectó a una pequeña parte del mismo y causó daños materiales que no han interferido en el normal desarrollo de los actos previstos.
Apunta que una vez superado un hecho que se investiga policialmente y que no fue a más gracias a la rápida intervención de los servicios de seguridad y emergencias de la ciudad, se retoma el pulso en un día que en San Lorenzo tiene poco de normal, pues la víspera del día grande las tareas se acumulan.
«La gente tiene mucha ilusión y todos el mundo está con sus preparativos en sus casas», dice sobre el entusiasmo que muestra una vecindad que organiza al detalle una velada en la que acogen a muchos familiares y amigos para disfrutar, desde la 1.00 del día 10 y durante unos 25 minutos, de la quema de los «471 kilos de pólvora» que se dividen entre los «383 kilos» ubicados en el Centro Cívico y «los 88 repartidos en los seis volcanes» que ocupan diferentes emplazamientos del pueblo.
Pero antes de llegar ese momento, San Lorenzo es un ajetreo continuo desde bien temprano, pues como señala el presidente de la comisión organizadora, a las 5.00 horas de este viernes ya se cumplía con lo que es una tradición en el pueblo.
«La traca de 1.600 voladores que es una promesa que tienen los vecinos de la zona de El Ebro», que costean de su bolsillo un acto que supone «un guiño a la tradición porque antiguamente el pescadero y otros mercaderes llegaban a esa hora al pueblo y avisaban a la gente para que saliera a comprar los productos para la noche de los fuegos, y es algo muy emotivo».
Mientras Jose García atiende las dudas y preguntas que le plantean vecinos y otros integrantes de la comisión, en la explanada junto al Centro Cívico los responsables de Pirotecnia Canarias ya lo tienen todo a punto, incluido el visto bueno de la Guardia Civil. Solo queda esperar a que llegue el momento para quemar los 383 kilos distribuidos en esta zona para, a continuación, hacer lo propio con unos volcanes que también se han encargado de instalar y supervisar.
Todo este trabajo para materializar el diseño ideado para los fuegos de 2023 por Pirotecnia Valenciana, que un año después verán la luz.
Francisco Jiménez, de Pirotecnia Canarias, explica que el año pasado la instalación se mantuvo durante una semana a la espera de que cambiaran las condiciones meteorológicas. Algo que no sucedió. Sin embargo, apunta que el material previsto para la quema se pudo aprovechar «en un 90%» y se empleó en otros espectáculos.
Este año el panorama es otro y confesaban que los trabajadores de la empresa estaban «ilusionados» de poder cumplir con el cometido.
Mientras los expertos en pirotecnia hacen su trabajo, en el colegio junto a la Plaza de San Lorenzo se afanan en preparar la comida con la que les agradecen su trabajo. Garbanzada, tomates aliñados con caballa y cebolla, tollos y papas arrugadas conforman el menú.
«Esta es la comida para los fueguistas y luego empezaremos a hacer los 400 bocadillos para el personal de seguridad y Protección Civil», indica Rosario Guzmán, a la que todos llaman Saro y que aunque cada año asegura que «este es el último», siempre repite como voluntaria para unas fiestas que son parte de su vida. Pues señala que a pesar de no haber nacido en San Lorenzo se siente una hija más del pueblo.
Saben que la afluencia de público prevista es importante y se pueden superar las 50.000 personas al coincidir con fin de semana, por eso trabajan con más espacio pero con el mismo entusiasmo.
Texto Canarias7 según relata Rebeca Díaz