El almendro y los restos de la cumbre

El Cabildo de Gran Canaria ha sido reconocido este año con la distinción más destacada del municipio de Tejeda: el Almendro de Plata. Cuando me lo transmitió su alcalde sentí el aprecio sincero que nuestra gente de la cumbre siente por el Cabildo de Gran Canaria, como institución cercana y presente en todas las dificultades y esperanzas que se sufren o se alumbran en un territorio que nos identifica.

Gran Canaria no se entiende ni se reconoce sin el paisaje, las tradiciones y el patrimonio que nuestras montañas sagradas atesoran. Tejeda forma parte esencial de ese entorno porque conserva espacios naturales singulares, actividades agrícolas y ganaderas que permiten la supervivencia de los habitantes de la zona y de las explotaciones que mantienen la continuidad de muchas familias en ese enclave. En este municipio se mantienen vivas las tradiciones y el enorme capital etnográfico que conforman el Patrimonio de la Humanidad, declarado  por la UNESCO hace ahora cuatro años.

De la misma manera, el Cabildo de Gran Canaria no puede entenderse sin la protección de los pinares, la conservación del acervo arqueológico, la salvaguardia de la biodiversidad o la atención a los derechos de las personas que permanecen en la cumbre. Este premio es el reconocimiento al trabajo que durante décadas cientos de trabajadores y trabajadoras del Cabildo han realizado, junto a las personas que habitan este espacio, para que hoy la cumbre siga viva.

Esta importancia la extiendo a todas las zonas de cumbre que comparten este valor como son Artenara, y los altos de Gáldar y de Agaete. Y al hablar de almendros esta celebración se amplía también a otras zonas de la isla porque su ejemplo fue recogido por el pueblo de Valsequillo que celebra estos días su programa de fiestas. Esta  manifestación popular en torno a nuestros almendreros surgió de una iniciativa  juvenil en los dos municipio y ha cristalizado con el impulso municipal hasta convertirse en Fiesta de Interés Turístico Nacional en Tejeda .

El Cabildo de Gran Canaria ha emprendido, desde hace décadas, una larga batalla contra la deforestación, la erosión y la desertización de la isla, particularmente en las cumbres. Una lucha que también conlleva la dotación de infraestructuras básicas, como carreteras para mejorar la movilidad, presas que garanticen el suministro de agua para la población y para las labores de conservación de los bosques, la creación de viveros, refugios… Las gentes de este paisaje cultural recuerdan cómo había desaparecido la cubierta vegetal, los bosques de pinos, y cómo se realizaron campañas como la del Día del Árbol y se contrató personal para ir colocando las plántulas en cada rincón de las cumbres. La imagen actual demuestra el éxito del esfuerzo colectivo y de la visión de quienes idearon fórmulas para conseguir terrenos que recuperaran el paisaje. Figuras como Díaz Cruz, Nogales, O’Shanahan y miles de operarios del Cabildo que han hecho de esta zona nuestro pulmón, que han construido y cuidado las áreas recreativas en las que podemos sentirnos a la sombra del Nublo.

En los últimos años, además, el Cabildo de Gran Canaria ha intensificado las labores de vigilancia, cuidado y consolidación del espacio forestal y agrícola, creando una estación para bomberos forestales y un helipuerto en Artenara, así como fomentado una labor de concienciación sobre el cuidado y la vigilancia ante cualquier conato de incendio. Todo esto, procurando también que el territorio sea un mosaico de paisajes que permita frenar en esa zona uno de los mayores riesgos para la naturaleza, pero sobre todo para las personas y las actividades humanas. Es la inspiración del proyecto La Cumbre Vive, con el que se pretende movilizar, sensibilizar y conectar a la ciudadanía para la defensa del medio rural y natural de Gran Canaria. Un esfuerzo colectivo que cuenta con el apoyo de la institución insular y de todas las corporaciones municipales y organizaciones sociales, con el objetivo de incrementar la calidad de vida, los servicios y  los recursos para la población.

Esta comarca, como ya señalé, forma parte de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria así como del Patrimonio Cultural de la Humanidad gracias a la declaración de la Unesco que reconoce la singularidad de Risco Caído y las Montañas Sagradas. Estos reconocimientos de un organismo internacional como la Unesco nos confirman que aquellos jóvenes de Tejeda o Tenteniguada tuvieron la inspiración de una naturaleza que llamaba a la sensibilidad de toda la isla para cuidarla y convertirla en su identidad. Así fue reconocido por las voces de Néstor, César o Kraus, quienes se sumaban al anhelo de toda Gran Canaria por recuperar y conservar el área donde los almendros nos advierten de la singular belleza de nuestros roques que se alzan para acariciar la cúpula celeste.

Las dificultades que vivimos en los últimos años nos han impedido celebrar la declaración de las fiestas de Tejeda como Fiesta de Interés Turístico Nacional. Los fenómenos naturales y la pandemia han puesto de manifiesto que todas estas décadas de esfuerzos realizados por el Cabildo, los municipios y las organizaciones sociales pueden verse en riesgo. No nos podemos instalar en la autocomplacencia. Tenemos que perseverar y continuar trabajando frente a los cambios que se avecinan, propiciados por una crisis climática que afectará a las especies de flora y fauna del lugar, con la amenaza de que sobrevivirán solo las que sean más resistentes a las temperaturas extremas, cada vez más duras y más frecuentes. La escasez de lluvias del pasado año y las altas temperaturas han retrasado la floración de los almendros. Porque su naturaleza es así. Se adaptan a la realidad y se exhiben con todo su esplendor cuando las condiciones son favorables y, por el contrario, se resguardan ante la falta de agua o los cambios de temperaturas. En su código genético está la necesidad de resistir y sobrevivir en condiciones muy difíciles. Condición que comparte con el pino canario que también nos representa.

En este contexto la concesión del Almendro de Plata es una expresión que une a nuestra sociedad con el Gobierno de la isla. Nos confirma que Gran Canaria mantiene vivos los valores que nos identifican y que la lucha permanente para que las personas que habitan en estos lugares emblemáticos se sientan protegidas y valoradas  está dando sus frutos. Nuestra isla tiene un futuro esperanzador si seguimos avanzando sin dejar a nadie atrás y menos a quienes representan las raíces más auténticas que reafirman nuestras singularidades como grancanarias y grancanarios.

Tejeda es un municipio al que tengo un afecto especial. Aquí se respira la huella de los que nos precedieron, la emoción de un paisaje sobrecogedor, la presencia de los símbolos que cohesionan a la sociedad grancanaria, el latir de la vida diaria de sus hombres y mujeres que mantienen vivo un legado de cultura, valores y tradiciones.

Este premio y esta fiesta del Almendro en Flor nos obligan a renovar nuestros compromisos. El Instituto para la gestión del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera que el Cabildo de Gran Canaria ha creado es una herramienta práctica que está promoviendo y conservando esta riqueza incalculable. Todos los proyectos en marcha –más de 30 millones de inversión- nos permiten preservar nuestro patrimonio natural y etnográfico, nuestras tradiciones más arraigadas y, desde luego, dar sentido y apoyo a aquellas familias que son guardianas de nuestra naturaleza y nuestro territorio. Por todo ello y en nombre de quienes aman y trabajan por nuestra cumbre, muchísimas gracias Tejeda.

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