La Sala Insular de Teatro (SIT), en Primero de Mayo, recibe mañana viernes 24 y el sábado 25 de noviembre, a las 19.30 horas, el montaje teatral Atrapasueños. Un proyecto protagonizado por internos del centro penitenciario Las Palmas I bajo la tutela de la asociación Hestia y los talleres de artes escénicas que se vienen celebrando en prisión. En esta propuesta que ocupa el escenario de la Sala Insular de Teatro los internos se convierten en actores de sus propios sueños tras las rejas. Unos sueños que se revelan como pesadillas fruto de los delitos por lo que han sido condenados y privados de libertad, los deseos y frustraciones, conflictos internos y fracasos, y en los que también se asoman sus aspiraciones, la voluntad de búsqueda de una nueva vida.
“Atrapasueños cuenta los sueños de todos ellos y a partir de ahí cuál es el sentido que cada uno ha querido dar a sus sueños o lo que ha encontrado”, explica Graziano Pellegrino, educador social e impulsor de los talleres de teatro que la asociación Hestia viene celebrando en la prisión Las Palmas I desde 2018, director de la obra y responsable de la dramaturgia. Esta obra se representó en la prisión con todo el grupo al completo que han venido participando en los talleres el último año, casi 20 internos, pero “por motivos legales no todos son autorizados a venir a la Sala Insular porque tienen delitos que lo impiden”, explica Graziano Pellegrino. El elenco que estará en la SIT está formado por 15 actores, de los cuáles cuatro de ellos son internos con autorización para representar la obra fuera del recinto; otros cuatro ex internos que pertenecían al taller, y que en la actualidad están en libertad “con su vida fuera de la cárcel”; y el resto vienen de centros de salud mental o de exclusión social que se han integrado en el grupo de teatro.
Este montaje teatral es fruto de la dinámica de los talleres de teatro y responde a las inquietudes, en este caso los sueños, que los internos trasladaron a los monitores. Explica Graziano Pellegrino que “durante este taller un interno habló de lo que había soñado la noche anterior, un sueño especialmente raro, y conmigo estaba una terapeuta que está especializada en los sueños, comenzamos a hablar de ello, cuál podría ser el sentido de este sueño tan raro, y a partir de ahí empezamos a trabajar el sueño, el texto y otros trabajos corporales que tenían que ver con ello”.
Tras ese sueño llegaron otros sueños de otros reclusos. “Vimos que los internos querían trabajar sobre esto”, apunta el director y dramaturgo. La obra ya tenía los cimientos sobre los que levantarse. Según relata Pellegrino, y tras un año de trabajo, el relato onírico de los presos es un tema que no se ha agotado. Es casi “un proyecto en construcción” porque como bien razona “en una obra teatral nunca consigues resumir o presentar todo lo que los internos han sacado, y además algunas cosas son demasiado íntimas o duras para representarlas en un teatro, y otras porque a nivel de teatro no encuentras el camino para llevarlas a escena”.
“Con los ojos cerrados”
El proceso de construcción de la obra puso el foco en el testimonio de los protagonistas. Recuerda el director que “nos poníamos en círculo, el interno relataba su sueño con los ojos cerrados, lo contaba en primera persona, y nosotros también lo escuchábamos con los ojos cerrados. Y luego contaba cómo se sentía y lo interpretaba. Con todo el grupo se buscaba un sentido”.
Los sueños están asociados al perfil de cada uno, puntualiza Graziano Pellegrino. “Está el ejemplo de un interno condenado por asesinato, su sueño recurrente es que quiere pedir perdón a la víctima, pero esta corre y no se da la vuelta. Es una pesadilla muy jodida a la que no se ve la solución, y en el taller intentamos desbloquear esa situación y darle la vuelta”.
En este contexto, el teatro se revela como una potente herramienta de integración. “Soy educador social y creo mucho en los cambios que pueden generar el teatro en las personas”, puntualiza el director y dramaturgo, y “es importante porque gracias al taller han encontrado el sentido que estos sueños pueden tener en su vida. Y tiene un efecto terapéutico sin quererlo”.
Su experiencia personal ha sido determinante para inculcar entre los reclusos la pasión por el teatro. “A mi me sirvió muchísimo porque era una persona muy tímida y al hacer teatro me daba seguridad, y en este caso no tengo intención de cambiar la vida de nadie, pero quien hace teatro durante un año, como ocurre aquí, que es constante en el trabajo y sobre todo en este tipo de teatro en el que te quitas la máscara, que eres tú realmente, y verte en otros papeles, eso genera un cambio. Siempre los trato como actores y no como internos. No les pregunto por los delitos que han cometido, ni me interesan, a menos que ellos quieran contarlo, y cuando trabajas como actor puedes ser en cualquier momento otra persona”.
Para los internos, este tipo de iniciativas son un balón de oxígeno en su rutina carcelaria. En este sentido, Graziano Pellegrino destaca que “para muchos es la primera vez que pisan un teatro, y cuando acaba la obra y el público aplaude, muchos de ellos lloran porque nunca nadie les ha aplaudido en la vida, sino todo lo contrario. Muchas veces el acabar en prisión es un proceso de exclusión que comenzó en la infancia y que ha seguido”.
Jesuitas, Nietzsche y Freud
El texto que se representa en la Sala Insular de Teatro ha tomado referencias externas ligadas al sueño como los textos de los jesuitas sobre los indios hurones de Canadá y del norte de América, o los iroqueses, que daban mucha importancia al sueño. En el guion aparecen frases que los jesuitas recogieron como “quien no hace caso al sueño, comete un crimen”, o “puedes enfermar si no escuchas los sueños”. Tenía la impresión de los internos se tomaban muy en serio todo esto.
“Usamos también el libro Asi habló Zaratustra, de Nietzsche, porque en los sueños de los internos está presente la figura del superhombre dentro de esa fragilidad humana. Hay como un amor a la imperfección, a lo que se ha podido hacer, una celebración del defecto”, sentencia Pellegrino. Asoma igualmente la figura de Freud porque “hay una parte inconsciente, lo que el sueño propone y una parte consciente que no encuentra sentido alguno”.
Entre los protagonistas de reparto de Atrapasueños está Victoriano Hernández. Ingresó en Salto del Negro en 2017 y al año siguiente conoció a Graziano Pellegrino en uno de los talleres. “Me apunté y me gustó, e hizo un segundo que también me apunté”, afirma. “Me apunté para salir del patio pero al estar en el teatro en la propia cárcel me olvidaba de que estaba dentro, volvía a la realidad al regresar al módulo”.
“Hicimos una obra que estuvo muy bien y me fui enganchando, aunque antes me reía de todo esto y al final me ha gustado tanto que salí de la cárcel y sigo colaborando con Graziano”, detalla. Lo mejor de esta experiencia para Victoriano Hernández es que “he podido cambiar mi vida, hábitos y compañías, ha sido un descubrimiento por lo que hago y para descubrirme. Que el público venga que no se va a arrepentir, que todas las obras tienen un mensaje, y que la gente pruebe el teatro, al igual que prueban otras cosas en la vida”.
Las entradas para Atrapasueños están a la venta en la web de la Sala Insular de Teatro,
https://salainsulardeteatro.